Lifting frontal: Las novedades que lo mejoran
En primer lugar, para entender bien las posibles actuaciones y tratamientos relacionados con el envejecimiento facial, conviene hacer una breve introducción sobre los cambios estructurales que se producen en la mayoría de las situaciones clínicas, durante el proceso natural del envejecimiento facial, y que motivan dichos tratamientos.
Al margen de la flaccidez de todos conocida y que produce ese descolgamiento de los tejidos, fundamentalmente a nivel de la cola de la ceja, óvalo facial y cuello, hay otros rasgos de igual importancia a tener en cuenta, si queremos hacer un tratamiento integral y de resultados naturales, como son la pérdida de volumen tanto a nivel de esqueleto como de la grasa y los cambios estructurales que se producen a nivel de la piel como la pérdida de tersura, elasticidad e hidratación fundamentalmente.
Comenzando por el descolgamiento, éste tiene como causa fundamental la acción de la gravedad y la pérdida de elasticidad de la piel como consecuencia de la edad. Las circunstancias genéticas juegan un papel importante en relación a la evolución de la flaccidez, por cuanto una piel elástica y un buen esqueleto que defina bien los rasgos faciales como son fundamentalmente la estructura de los pómulos, del ángulo de la mandíbula y mentón, contribuyen decisivamente a mantener los tejidos en su posición a modo de andamiaje y por tanto a que las manifestaciones clínicas de flaccidez sean menos acusadas.
Por el contrario, una piel inelástica o un esqueleto poco desarrollado o definido ocasionan un mayor descolgamiento debido a la falta de soporte esquelético conjuntamente con una piel más receptiva al descolgamiento.
Por lo que se refiere a la pérdida de volumen facial, hoy día lo consideramos como un factor sumamente importante a la hora de planificar una intervención de rejuvenecimiento, ya que muy habitualmente sobre todo en personas delgadas y como consecuencia de las modificaciones en los tejidos con la edad se pierde masa ósea fundamentalmente a nivel de pómulos y barbilla y lo que es aún más significativo, se produce asimismo una atrofia de la grasa de la cara situada en diferentes compartimentos dando un aspecto más envejecido y menos saludable a la cara.
Hoy día damos gran importancia a estas modificaciones volumétricas a la hora de establecer un diagnóstico individualizado y un correcto tratamiento integral en los pacientes que consultan, para conseguir un resultado más natural.
Hay otros condicionantes a tener en cuenta además de la edad y los factores genéticos, de gran importancia en las causas del envejecimiento facial, como son los ambientales, fundamentalmente la exposición inadecuada al sol, aire libre, etc., por cuanto va produciendo unos daños acumulativos e irreversibles en los tejidos y que conocemos como fotoenvejecimiento o daño solar, que producen cambios definitivos en la estructura de la piel tales como deshidratación con pérdida de tersura, severa disminución de la elasticidad motivada por la degeneración de las fibras elásticas que dan estructura y soporte a la piel.
Además de la aparición de arrugas definitivas que comienzan a manifestarse fundamentalmente en las zonas más móviles y de piel más fina como labio superior, párpados, cuello y escote pero que se amplían en casos más marcados a toda la cara.
Una vez hecha esta introducción entenderemos que el tratamiento debe ir encaminado a la corrección de cada una de estas manifestaciones o de aquellas más significativas en función de los deseos de cada paciente y del criterio profesional.
Por lo que respecta a la flaccidez el tratamiento de elección es el lifting y su finalidad es la reposición de los tejidos en su correcta posición lo que implica de forma natural, adecuada y sin excesivas tensiones que produzcan resultados indeseados tanto a nivel de cicatrices como de aspecto.
Este lifting deberá ser más o menos amplio en función de cada situación particular y asimismo abarcará las zonas que sean necesarias. No en todos los casos que los pacientes deseen efectuar un lifting limitado a una determinada zona o un determinado tipo de lifting, como sólo cuello o endoscópico, etc., es factible, ya que a veces no es el tratamiento indicado para ese paciente.
El lifting en su versión completa incluirá el tratamiento de la frente para la elevación de las cejas caídas, que dan un cierto aspecto de tristeza, así como de la cara y cuello para la corrección del óvalo facial y de la flaccidez del cuello, al margen de otros procedimientos complementarios que puedan requerirse como bandas musculares en cuello que producen en algunos casos esas “cuerdas inestéticas” o el tratamiento de los lóbulos de oreja o el labio caídos por la edad, etc.
Una de las regiones afectadas que tiene una mayor trascendencia sobre el envejecimiento facial es el tercio superior de la cara, por la significación que tiene la misma tanto a nivel de expresión facial, como por lo que representa una buena posición de las cejas como signo de juventud.
Las modificaciones se refieren fundamentalmente al descenso del segmento lateral o cola de la ceja, así como a las líneas de expresión motivadas por la acción muscular. En los últimos años debido a la introducción de técnicas menos invasivas, se ha incrementado la demanda de esta cirugía con una mayor aceptación de los pacientes al no tener que recurrirse a procedimientos más cruentos.
Desde que la endoscopia fue utilizada por primera vez en cirugía facial en 1992, estas técnicas endoscópicas han continuado evolucionado, siendo cada vez más el número de ellas que se utilizan para tener acceso a estructuras lejanas con mínimas incisiones fundamentalmente a nivel de tercio superior y tercio medio facial.
Estas técnicas se han desarrollado en gran parte debido al mejor conocimiento anatómico de la musculatura facial, lo que permite emplear conceptos funcionales como la relajación de músculos depresores para que sus antagonistas consigan una elevación de las estructuras del tercio superior a través del músculo frontal que actúa como elevador.
Las indicaciones para un lifting frontal endoscópico son básicamente las mismas que para un lifting frontal con incisión coronal: ptosis de cejas, arrugas frontales, pliegues glabelares, pseudoptosis palpebral.
En pacientes que requieran un estrechamiento de la frente sería más adecuado un lifting con incisión precapilar.
Por nuestra experiencia, la mayoría de las pacientes que consultan por cirugía de rejuvenecimiento con una indicación para hacer un lifting frontal, gracias a estas técnicas endoscópicas menos invasivas, son mucho más receptivos a la intervención que cuando se requería la cirugía más invasiva de lifting coronal y aceptan más el procedimiento.
A lo largo de casi 25 años que hemos empleado esta técnica podemos afirmar que los resultados son muy satisfactorios. En el 95% de los pacientes es nuestra técnica de elección, siempre que sea la indicación adecuada, ya que aporta ventajas tales como el menor índice de complicaciones, morbilidad, preservación de la sensibilidad, menor incidencia de áreas alopécicas, etc.
Como conclusión podemos decir que el lifting frontal endoscópico tiene las mismas indicaciones que el lifting convencional coronal, sin la morbilidad asociada a este, exceptuando algunos casos puntuales, en donde otro tipo de abordaje sería más idóneo.
Podríamos decir que la única contraindicación inherente al tipo de paciente sería aquel que requiera estrechamiento de la frente mediante la resección de cuero cabelludo, inclinándonos en este caso por la incisión precapilar (delante del pelo) con objeto de estrechar la frente al tiempo que se realiza el lifting.
Por el contrario, es una cirugía de gran utilidad en un grupo de paciente jóvenes, en torno a los 40 años, que consultan por los primeros signos de envejecimiento facial y que pueden beneficiarse de un refrescamiento facial mediante una cirugía mínimamente invasiva y con unos resultados fiables y sumamente gratificantes.
Información:
Dr. Antonio de la Fuente
Jefe de Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Nuestra Señora del Rosario
Director de Clínica de la Fuente
Revista Vida Estética – Edición enero/febrero 2018
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