DIAGNÓSTICO: EL ARTE DE OBSERVAR ANTES DE TRATAR

Después de casi tres décadas dedicadas al mundo de la estética, y de haber trabajado con diferentes métodos de diagnósticos, hace años llegué a la conclusión que la manera más coherente y lógica de tratar cualquier alteración estética, tanto corporal como facial, era a través del conocimiento de la morfología de cada persona.

 Esta técnica nos ayuda a saber con exactitud el funcionamiento orgánico y fisiológico a través de las características externas de cada individuo, y de esta manera entender cuáles son las causas de su envejecimiento e inestetismos, para tratarlos de manera individual y con fundamento.

Estos estudios se remontan a los siglos V y IV a.C., en la antigua Grecia, cuando Hipócrates defendió la idea de que todo cuerpo humano estaba compuesto por cuatro sustancias o humores que correspondían a cuatro morfologías diferentes determinando la personalidad, las características físicas y las enfermedades de cada sujeto.

 Esta teoría cada vez está adoptando mayor envergadura en el mundo de la estética, pues es una herramienta de gran utilidad a la hora de realizar un buen diagnóstico y obtener buenos resultados en los tratamientos, identificando los desequilibrios funcionales y equilibrándolos.

Hipócrates diferenció las cuatro morfologías en sanguínea, linfática, biliosa y nerviosa.

La tendencia morfológica de cada persona está relacionada con la capacidad funcional de todos sus órganos y sistemas internos.

 Esto ocasiona que, aunque todos los seres humanos tengamos los mismos aparatos internos, cada uno hereda y se adapta a un funcionamiento orgánico y fisiológico individual, originando que cada uno tenga su forma corporal, un color de piel distinto, una tendencia a envejecer propia, un metabolismo más o menos rápido, un tipo de celulitis u otra, etc…

Si nos centramos en la parte estética, la predisposición morfológica que dispone cada ser humano y que se refleja con el paso de los años en su piel y en su forma corporal, se podría llegar a controlar tan solo con un tipo de alimentación ajustada a sus necesidades metabólicas y a un método de trabajo manual y cosmético muy preciso, que actúe sobre las características funcionales de cada predominancia.

Hoy en día existen laboratorios y especialistas, que han creado sus métodos de trabajo, a través de estos diagnósticos, destinados a los profesionales de la estética, medicina estética y alimentación, que desean ayudar a las persones a mejorar su aspecto.

Hemos de tener en cuenta que no siempre encontramos morfologías puras. Aunque las hay, en la mayoría de los casos cada individuo puede tener características de dos, tres y hasta de las cuatro a la vez.

En cuanto al envejecimiento se refiere, como he dicho antes, cada morfología tiene su predisposición a envejecer.

Vamos a analizar cuáles son las causas del envejecimiento, o de las alteraciones en la piel, en cada una de ellas.

En la morfología nerviosa, tal y como su nombre se refiere, el sistema nervioso es el causante de una excesiva actividad funcional en sus órganos y tejidos.

Esto provoca que las células trabajen siempre de manera acelerada, entre ellas los fibroblastos, encargados de fabricar elastina y colágeno para mantener la piel tonificada.

El proceso de producción de estas proteínas es tan rápido, que antes de que gran parte de ellas pueda abastecer a la dermis, sus azúcares son demandados para dar energía a la célula y esta seguir produciendo.

Este proceso, con el paso de los años provoca que la piel vaya perdiendo más tono e hidratación y se vaya desvitalizando.

A la vez en esta morfología predomina una acusada vaso constricción debido a la hiperactividad neurocutánea, provocando que el oxígeno y los nutrientes con los que la microcirculación capilar abastece a la epidermis, no lleguen en su medida, desequilibrando la capa hidrolipídica y favoreciendo la desnutrición y la asfixia, y con ello las líneas de expresión prematuras.

En definitiva, son pieles amarillentas, con tendencia a manchas por alteración de la melanina, a la sequedad, desvitalización, arrugas y en algunos casos acné comedogénico.

En la morfología biliosa, tal y como la palabra indica, el sistema hepático biliar tiene un papel muy importante en ella. A la vez está muy relacionado con los estados de estrés.

 Suelen ser personas que en situaciones de estrés o cansancio desestabilizan fácilmente su sistema digestivo provocando estreñimiento o problemas gastrointestinales. Esto desencadena una hiperactividad del sistema simpático, un aumento de toxinas y una insuficiencia en la eliminación de las mismas.

El resultado es un exceso de sebo en la piel, tendencia al acné y manchas pigmentarias marrones.

La hipotonía cutánea de esta morfología estará más o menos acusada durante su vida, en función de las épocas de estrés a las que esté sometida, pues al aumentar la cortisona suprarrenal esto provoca una falta de asimilación del colágeno acelerando el proceso de flacidez y delgadez de los tejidos.

Estas morfologías son muy exigentes con ellas mismas y necesitan siempre verse y sentirse bien. A nivel emocional les estresa el no cumplir con sus perspectivas diarias y esto les ataca su sistema más débil, el digestivo, provocándoles estreñimiento, malas digestiones, gases, hinchazón y desencadenándoles más estrés y mal humor.

Intentar controlar estos estados, a la vez cuidar su alimentación y utilizar una cosmética adecuada, les ayudará a la hora de retrasar y/o prevenir los signos de su envejecimiento.

En la morfología sanguínea, el sistema circulatorio arterial es la característica principal de sus desequilibrios. Por naturaleza es una morfología en la cual su sistema arterial combustiona más de lo normal.

Este sistema es el encargado de transportar el oxígeno a través de la hemoglobina, de conducir los nutrientes de la metabolización de los alimentos y de las células hacia los órganos, la piel, los músculos y huesos, y contribuye en el aumento de temperatura del cuerpo, entre otras funciones.

Entonces debido a esta alta actividad en la combustión del sistema arterial, las personas con predominancia sanguínea tienen un color de piel rosado rojizo, ya que la hemoglobina actúa como un pigmento. La vasodilatación capilar favorece la couperosis y la excesiva oxigenación a nivel de los tejidos acelera la oxidación celular.

Su temperatura corporal es más elevada produciendo más sudoración, y ésta a la vez, influye en la perdida de oligoelementos y sales minerales provocando que la capa hidrolipídica se desequilibre, se deshidrate y la piel se vuelva más sensible, fina y favorezca la aparición de finas arruguitas superficiales.

La activa nutrición y oxigenación, les confiere una buena musculatura y estructura ósea, con grandes pómulos y labios carnosos. Debido a ello, sus rasgos faciales mantienen una buena forma con el paso del tiempo, evitando el descolgamiento y las líneas de expresión profundas.

Por último, en la morfología linfática, el sistema circulatorio linfático tiene una baja actividad, favoreciendo la retención de líquidos y toxinas.

A la vez el transporte nutricional es deficitario con lo cual se desestabiliza el estrato córneo disminuyendo su acción protectora. Se ralentiza la actividad de los melanocitos y la piel se vuelve delgada y frágil. Como consecuencia son pieles que les cuesta mucho broncearse y les caracteriza un color de piel blanco opalino. La acumulación de líquidos, toxinas y la baja asimilación de nutrientes les favorece la relajación muscular y cutánea.

Información:

Ivet Pons

Institut d´Estètica Yvette Pons

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