REDES SOCIALES Y AUTOIMAGEN

Un desierto infinito de espejos o la adolescencia amplificada

Propongo un ejercicio de imaginación. Acuérdate de cómo eras de adolescente. Visualízate entrando en clase. Tus padres siguen estando en casa, pero ya no son tus dioses. Ahora quien te importa es ese grupo de gente que te rodea y tiene tu edad. No todos son amables. Te importan aunque no quieras admitirlo, aunque no puedas permitir que se te note demasiado la necesidad de su validación. No sabes quien eres todavía, sin embargo tienes que mostrarte, hacerte un sitio en el que puedas ser respetado, si puede ser, querido o admirado, si no puede ser, al menos evitar ser el foco de los ataques, el desprestigio o la humillación. En aquellos tiempos, ese público al que estabas expuesto oscilaba entre 25 y 40 compañeros. Ahora, cada vez que subimos un contenido a nuestras redes sociales ¿Cuántos ojos nos miran?

Que las redes se hayan integrado como parte de nuestra cotidianidad genera muchos efectos. Veamos unos cuantos.

Exigencia de una promoción profesional permanente en las redes para existir

No se pueden negar las posibilidades de autopromoción que nos brindan las redes. Que en el caso de los servicios de estética, es todavía más pregnante. Pero tienen su cara b. Nuestras preocupaciones como adultos ya no se limitan a ser un buen profesional, hay que parecerlo, mostrarse como tal. Para ciertos sectores esto ya no es una opción, es un imperativo. Es un deber construirse una imagen digital, mantenerla, estar continuamente presente en las retinas del consumidor, para que éste nos tenga en cuenta cuando necesite nuestros servicios. Y se da una situación que antes no sucedía, al menos con esta fiereza y es que las redes obligan a las pequeñas empresas a estar pendientes de la mirada del otro, de su feedback. Hablo de las reseñas. Una reseña negativa en un restaurante, casa rural o lo que nos ocupa, un centro de estética, puede arruinar el prestigio de un negocio. Se pueden desactivar los comentarios en un vídeo de YouTube, en una plataforma de reservas, no. No se puede “pasar de los haters”, como se dice en jerga youtubera, hay que tomárselos en serio, sea o no serio el propio comentario.

Los ojos de internet obligan a ser mirados y las opiniones fuerzan a ser tenidas en cuenta, todas, en todo momento. Como psicóloga qué puedo decir de la ansiedad que genera esto. Sí, algunos disfrutan de la tarea, otros la sufren.

Exigencia de superación de la imagen corporal

Las redes han producido un cambio en cuanto a los referentes de imagen, los han multiplicado y diversificado. En cada década del siglo XX han habido modas, pero éstas eran compactas y estables. En los 90 el sobrepeso no era considerado bello, la delgadez era el cánon, llegando a extremos como la imagen “heroin chic”. El aspecto enfermizo, las ojeras, acompañadas de un cuerpo desgrasado eran la aspiración de muchas, algunas de las cuales entraron en la espiral de los trastornos alimentarios. Hoy día también existen tendencias fuertes, como el prototipo cocinado en la mansión Kardashian y que todas sufrimos a diario, cuyos atributos femeninos desafían todas las leyes de la anatomía humana: glúteos con gigantismo que han hecho de “la sentadilla” el ejercicio más popular del planeta, pecho sobredimensionado, curvas más allá de la proporción áurea, piel en perpetuo estado de glow, cejas dibujadas con escuadra y cartabón. Pero no es el único modelo que opera en el mundo digital.

Movimientos insurgentes como el “body positive” de calado feminista, que afirma que se puede hallar belleza en cualquier tipo de cuerpo, especialmente en aquellos con sobrepeso. El movimiento transgénero que ha roto los tabúes que pesaban sobre la indumentaria de los hombres (un hombre no debe maquillarse o ponerse tacones). Son ejemplos de lineas de acción que han diversificado los modelos de referencia en el mundo de la estética.Pero que se validen una gran variedad de estéticas no significa que la estética haya dejado de ser un valor social cotizado y que tener buena imagen corporal haya perdido ni un ápice de relevancia social.

Y si nos fijamos podremos observar un fenómeno sutil. La sociedad, mejor dicho, tus espectadores, admitirán tu imagen como bella en un espectro más flexible que otras épocas, pero hay algo que no admitirán, que no te hayas superado a ti mismo. Ser la mejor versión de ti es un must. Se te puede perdonar tu diversidad funcional, sexual o estética, lo que no se te perdona es que no hayas querido explotarla hasta el límite. Nadie criticará a una persona exobesa, muy al contrario le elogiarán por su heroica transformación Si uno quiere, puede. Por lo tanto, si no lo haces es porque no quieres y por lo tanto, no eres merecedor del respeto de la audiencia. Aquí el que no corre, vuela, y si no tienes una vida perfecta es que no te has esforzado suficientemente.

El pensamiento mágico que difumina los procesos

Las redes distorsionan la percepción de la realidad. En las redes las cebollas se cortan chasqueando los dedos, el plato entero se prepara en tres planos, las personas pierden 30kg en dos fotos, una de antes y otra de después, las mujeres que acaban de dar a luz recuperan la turgencia de su barriga en un mes de intenso workout, puedes aprender cualquier idioma en un programa de cinco pasos, transformarte en un ángel de woman´s secret con el maquillaje adecuado y puedes encontrar un producto de 3 euros en el supermercado con las mismas propiedades que el equivalente en la marca de más prestigio.
Pensamiento mágico contra el que cada día lidiáis los que os dedicáis a la estética real, ajustando expectativas de la manera más profesional.

Información:
Elia Quiñones
Psicóloga, terapeuta de pareja y Experta en T.D.M
www.eliaquiñones.com